viernes, 7 de diciembre de 2007
La farsa terminò
-¿En serio crees que me parezco a Alicia Villarreal?
-Tù eres màs guapa
Ella se acerca a su compañera. Le reacomoda muy lentamente los mechones de pelo que le caen sobre la cara. De manera intencionada estrecha suavemente la distancia entre su cuerpo tibio y el vientre de su amiga. Respira agitadamente sobre su rostro y sus dedos le recorren el perfil que permanece rìgido. Cierra los ojos y aspira con fruicciòn. Los tiempos se confunden , ya no hay aquì y ahora. La explosiòn rompe su pensamiento, su vista se fragmenta, su cuepo se diluye en otro tiempo, en otro aroma . Los dedos pegajosos recorren un perfil que es una masa informe . La farsa terminò.
LBT
Todos y cada uno
Cada fragmento de ciudad se combina en ellos: un acordeón, los botones del elevador, el espejo retrovisor, mi mirada que los trasforma al verlos.
Ahi están, permanecen.
En algo coinciden todos, en sus rostros se observa que ya han olvidado.
RAZ
¿Demasiado tarde?
Una mano recoge un billete de cien pesos, el dedo índice pulsa el número 2.
8:40 Terminal de autobuses
Un hombre recibe un billete con la figura de Nezahualcoyotl como cambio de su boleto. Camina hacia los andenes, se detiene. ¿Se le olvidó algo? Regresa. Observa su reloj. Todavía hay tiempo.
JMA
Construir algo
Semáforo. Luz verde.
sangre a pedradas
La estación terminal
y siempre la cruz
Hacia abajo
boca azotea
Mirada al cielo
último piso
Ese estira y afloja
muelle de acordeón
El semáforo en verde
y todo lo de atrás es pasado.
CAI
Algo va a pasar
Adentro
Necesito un café.
-- ellb.
UNIVISIÓN ONLINE AGENCIA FUENTE NOTIMEX
el zumbido palpitante, la frontera
tú o la mujer de las rosas en busca del cielo, esta mano
Fue la bóveda mas alta, la más vacía, la de sombras: una hora, un día, un sorbo de café, un olor a perfume y gaseosa de naranja.
lo que me da, lo que me gana. Hasta aquí la.
MANOS SUCIAS
Pies adoloridos adentro de los zapatos calientes. Rodillas desgastadas por los pasos entre el polvo y el asfalto.
La resequedad de la nariz conjugada con el hiriente vacío estomacal. El límite que se acerca de algo que termina. Rostros que no volveré a ver. Las calles. La caída del sol contra las casas de una ciudad. El calor en la piel y la gama de aromas a hidrocarburos.
Una montaña bajo el sol y entre el polvo que domina una ciudad como la última muralla por sortear. Bajo su sombra, un yo empequeñecido. Solo. Herido.
Un aire que no volveré a respirar. Un giro o más bien un tropiezo en el destino. Una caída.
Si es acaso el ángel que se cae o el coro de estrellas barridas por la cola de un cometa en el fondo de los tiempos.
Una sensación de manos sucias después de haber comido una hamburguesa.
MAH
SÍ SE PUEDE SACAR SANGRE DE LAS PIEDRAS
Transparente
El lodo a la orilla de la acera se confunde con hojas secas, plásticos retorcidos que alguna vez fueron botellas de agua, de yogur, de líquido para frenos. El hueso de un tuétano que se saboreó en caldo de res, un sobre con radiografías despintadas, una llanta que no rueda más…
Ella reclama a gritos, mientras camina. No entiendo lo que dice, sus palabras se enredan a la distancia. Él mantiene el paso a su lado, su cabeza inclinada a la izquierda atiende los reclamos. Una camioneta de redilas truena el mofle y el humo que le sigue cala en la garganta. Me falta aliento. Me recargo tosiendo sobre una barda y algo transparente, pegajoso, se adhiere a mi mano. Trato de limpiarme. Sacuso y embarro el resto en otra parte de la barda.
Ellos se detienen también. La voz de la mujer se deja de escuchar por un momento, lo abofetea. Él, que sólo mantenía el paso y la cabeza inclinada siguiendo los reclamos, le responde impulsivamente. Su manotazo revienta en el rostro de ella, la sacude con el impacto. Entonces se cubre el rostro con la mano mientras el hombre la mira desde arriba.
Cruzo la acera para dejarlos atrás. Mantienen los ojos abiertos y estoy aquí y soy transparente.
CAI
la noche
Te retiro la cobija, el colchón es fresco, la sabana se amolda a tu contorno. Aspiro el aroma de tu piel recién lavada, escucho tu respiración pausada, me ves, nos vemos.
La noche inicia contigo.
RAZ
jueves, 6 de diciembre de 2007
Deber cumplido
ROBUSTO
tropieza, caen sus rodillas poco antes que sus manos al suelo; pero su nuca buscaba su espalda: ¡era como un perro!. Lo sé, debí decirle. Él se sacude, con un abrigo sin sentido para este clima, diciendo:
¡hija de la chingada!.
Su color de piel como el vestido de la muchacha con la burla a punto de erupción. Su mano en la cabeza, sus dedos entre el pelo:
¿olvidó, le perturbó algo?
Voltea a su alrededor ansiosamente, ¡pero todo parece tranquilo! (los niños con el globero eligiendo,un anciano comprando el periódico, dos muchachas -una guapa,la otra no tanto- charlando muy emotivamente: una hermosa levedad dominical, aunque fuese sabado). Intempestuosamente acelera el paso, da media vuelta y atraviesa la puerta de cristal de un edificio como "Juan por su casa". Ya adentro, mira las puertas muy rápidamente, voltea a las lámparas del techo diciendo: "Dios"
AKM
RADIOGRAFÍAS DESPINTADAS
Una camioneta de redilas con una lona naranja truena el mofle.
LO QUE ME GANA
Y la mirada que oscila entre las ofertas de las tiendas y el camino por el que se anda. Al cuidado del semáforo. Habla con alguien o con nada y se entretiene con el clima que ha cambiado mucho.
Aceleran el paso y cruzan la calle con cuidado. Es el autobús el que las lleva mientras miran de regreso por la calle donde venían.
MAH
miércoles, 5 de diciembre de 2007
NO ME LLEVO NADA
--Sólo traigo este billete de 100.
Arrancó el micro lentamente…
… duele ver que sin piedad me has engañado, me enamoré de esa cara de ángel que fingiste ser…
-Oiga va muy lento, -pos quién las entiende señora, luego dicen que uno va muy rápido.
- sí pero no se lo dije para que fuera tan fuerte.
En el techo una pintura de la Virgen de Guadalupe que observaba a los ocho pasajeros que veníamos a vuelta de rueda.
La señora que estaba en el asiento de adelante sacó otra bolsa color verde limón con flores amarillas, después un pedazo de papel que desenrrolló y enrollo todo el camino como contando los cuadritos.
De su pelo cano, ondulado y corto salía un aroma a shampo combinado con un olor a jabón o talco Maja. Su rostro acartonado por la edad volteaba constantemente a los lados, en un instante se puso de pie y pidió la bajada.
-¿Puedo dejar mi bolsa aquí? --le dijo a dos hombres de un puesto que vendían lentes.
--Si abuela, pero que trae ¿piedras?
--Voy aquí cerca, no me tardo --sus pies lentos avanzaron hasta llegar a un súper que exhibía:
Lentes $14
Pantaletas $9.99
Azúcar $9.99
La señora tomó un carrito donde lo llenó de jabón foca, axión, papel flamingo, veladora de San Judas Tadeo, jabón nórdico, jabón lirio, aceite, un gorro rojo, galletas de animalitos, fibra para trastes, frijol, galletas Marías….
-¿No trae feria abuelita? --se mete la mano a los senos y saca un pañuelo café y con la mano temblorosa saca un billete de $200 y uno de $100.
-Esa es toda la feria que traigo, si le sirve, si no, no me llevo nada…
HUELE A PERFUME, A SORBO DE CAFÉ Y GASEOSA DE NARANJA
Se destapa un refresco y se me antoja. Una empanada de cajeta, una orejita de hojarasca y esa bebida burbujeante de naranja.
Crujo otra galleta: azúcar y canela. Crujen los grafitos deslizándose en las hojas. Alguien sacude y borra sus percepciones. La mesa cruje cuando aborda de nuevo las ideas. Un sorbo de café.
Cruje el teclado, sus manos llevan un discreto barniz rosa.
El aire acondicionado es evidente, no porque cruja como lo otro, pero tiene su manera de no crujir y hacerse presente.
Huele a perfume, a sorbo de café y gaseosa de naranja.
Es un perfume floral pero la alfombra sólo es hojas. Y hay cuatro macetas, una por esquina de recinto, como árboles sintéticos, sólo hojas.
Tres lámparas alumbran este lugar. Vibra un celular y alguien tiene un sobresalto. Alguien contesta: bueno. Se para rápidamente y sale alejándose puerta atrás.
No hay silencio. Quizá el silencio no exista. A lo que llamamos silencio ahora es ese crujir de lápices deslizados, teclas digitadas, gargantas y puertas que se abren. Pisadas sordas.
Hay hielo también y vasos. Quisiera abrir una Coca Cola pero alguien abre a puerta y entran dos.
Y otros más.
Ya pasaron quince minutos
CAI
VACÍA DE SOMBRAS
La cancha está vacía de sombras. Una anciana en bata de algodón, medias gruesas color carne, suéter tejido de acrilán azul y bastón ergonómico de aluminio, camina también por la pista. ¿Vino a pasear? Le pregunta Don Agustín, el jardinero de nuestro Otoño y demás estaciones. Sí, contesta ella. También la maestra. Me mira a lo lejos.
UNA TREINTA
la prisa
el calor en mi cuerpo
la chamarra caliente, más caliente:
su calor ahora en mis piernas.
las palabras de mis compañeros y
otro lugar donde hacer esto.
akm
SUFICIENTE SUSPICACIA
Hay pájaros cantando: gorriones, tordos y un ave que claramente llama a los suyos desde los más alto de los árboles.
Cada uno de los troncos está envuelto en tules: rojo, morado, verde, azul y naranja. Están repletos de motivos navideños con personajes de las películas de Disney.
El pájaro desconocido insiste desde su rama mientras me llegan aislados los llantos de niños de brazos y los pasitos sobre el pavimento de un pequeño envuelto en pants. Sus zapatitos resuenan sobre el mosaico desgastado.
Aquí y allá los pasos de la gente. Algunos tacones son rudos y las suelas suaves de los tennis son casi imperceptibles.
Un niño identifica, como puede, a los personajes de Disney dibujados burdamente en algunas mamparas: La Bella, Peter Pan , Pinocho.
Casi no hay autos circulando en torno a la plaza, pero es el motor de una motocicleta y los cláxons lejanos que aún quedan en el centro antes de la hora de comer, lo que apunta el bullicio restante de la ciudad, junto con el aroma tóxico a mofle quemado remanente el aire.
Una pareja de adolescentes, con uniforme de colegio discute íntimamente y aun en público, el excesivo precio de un celular y las posibilidades de los otros usos para esa misma cantidad de dinero.
Hay elementos de la policía estatal preventiva (que reconozco por el uniforme negro y sus letras bordadas amarillas: PEP) que me miran con suficiente suspicacia.
Se adivina que hay preparativos para un evento, ya que al pie de la escalinata hay un escenario con luces ya instalado y una consola de audio cubierta con una lona.
Una abuela pasa cerca de la lona y le dice a su nieto pequeño que irán a ver a los pajaritos.
Un anciano vende empanadas dulces y las ofrece con desgano: “A cinco”.
Una enfermera del IMSS camina junto a su amiga y le cuenta con flojera que verá por la tarde a un señor que no le cae nada bien.
Corre una niña de coletas hacia mí, de no más de un metro de alto. Persigue a un pichón oscuro y trata de darle una patada. Los pasitos de la niña y luego el vuelo de la paloma, un batir violento de alas.
Reductos vocingleros de tordos negros, la pareja de adolescentes se da un beso y ambos se miran. Las ruedas de una carriola vibrando sobre los mosaicos. Una paloma que se posa a mis pies y me mira como esperando que saque algo de comida. El leve rumor de sus plumas mientras las acicala.
Una anciana camina con su hija y nieto de brazos y se pregunta si va a estar presente el gobernador.
El sol estalla en pedacitos mientras brilla sobre los adornos navideños y metálicos.
Los tacones bajos sobre el suelo de una mujer, a todas luces burócrata, con traje sastre azul marino, una carpeta Manila en una mano y la vista fija al frente.
Los rayos y la cadena engrasada de una bicicleta que veloz pasa junto a mí.
Y detrás de mí un policía estatal preventivo que atiende las inescrutables órdenes que provienen de un radio de alcance. Una voz que de tan ininteligible es siniestra.
Abundan los niños y adolescentes con uniformes de colegio que caminan de regreso a casa, pero que aún así se detienen a mirar un nacimiento de yeso sobre un escenario plástico que evoca un paisaje victorense.
Un cláxon insiste frente a la puerta cerrada de un estacionamiento.
La explosión de risa de un joven que toma fotos a su compañero en las jardineras junto a mí.
El sol en los adornos del gran pino y su plateada estrella en alto.
La vibración del celular en el bolsillo de mi pantalón y su gradual emisión de sonido que me indica que quince minutos han pasado.
MAH
LA BÓVEDA MÁS ALTA
martes, 4 de diciembre de 2007
TRAVESÍA
JMA
EL QUEHACER Año I, No. 62, $5.00
Matamoros.- Una lesbiana despechada aparece como principal sospechosa del asesinato de la artista grupera Zayda Aidé Peña y su acompañante Ana Bertha González, quienes fueron sorprendidas y balaceadas en una habitación del motel Mónaco.
pág. 11
--crg
EL DOLORCITO QUE ME QUEDA
ARRIBA, EN LAS ESCALERAS...
akm
ESCALERAS
ZAPATOS QUE NUNCA
DEMASIADA BLANCURA
Hay mucha luz aquí, demasiada blancura. Tonos claros en el techo y en las paredes de un salón casi vacío. Allá atrás los sanitarios y el rechinar de suelas en un piso recién lustrado: dos hombres vienen de allá y pasan detrás de mí. Los veo. Me ven. Salen por una puerta de dos hojas. El salón es amplio, demasiado para una sola persona. No hay más gente aquí, pero de algún lugar muy cercano viene la voz de Ella. Una canción que no entiendo. Gritos largos, gritos cortos; sofocados de vez en vez por otros ruidos que pueden provenir de puertas que cierran. Acá hay un susurro largo, el zumbar de la calefacción y las balastras. Alguien, en los sanitarios, dejó mal cerrada una llave. Me duele el tobillo izquierdo y lo bajo de la rodilla derecha en la que lo apoyaba. Se me alivia el pie; también la otra pierna descansa. Siento cómo se afloja, cómo se despega la tela de la piel. Ahora el malestar en la espalda por acodarme en un sillón rojo de tejidos demasiado ásperos. Una alarma suena.JP
UNIVISION ONLINE Y AGENCIAS
Asesinato de la cantante Zayda
Balboa Records
Tiro de gracia, como su tema, se volvió una fatídica realidad
Debido a la controversia generada por la muerte de Zayda en un hospital de Matamoros, Tamaulipas, las autoridades de Estados Unidos van a colaborar con el gobierno mexicano en las pesquisas correspondientes, para esclarecer el asesinato de la grupera, ante la muy alta posibilidad de que el asesino hubiera cruzado la frontera para refugiarse en territorio estadounidense.
Tras la pista del asesinato de Zayda
El Departamento del Sheriff del Condado de Cameron, Brownsville, Texas, confirmó que se está trabajando con las autoridades mexicanas para ayudar a identificar al sospechoso de la muerte de Peña y de Ana Bertha González, amiga de la cantante, y Leonardo Sánchez, empleado del establecimiento, según informó el periódico El Universal.
Las autoridades americanas han establecido la teoría de que el asesino de Peña, es muy probable que haya cruzado la frontera entre México y Estados Unidos, para refugiarse en el país de las barras y las estrellas.
Álvaro Guerra, subjefe del Sheriff del Condado de Cameron y responsable del enlace con la Policía Estatal de Tamaulipas, reveló que las autoridades mexicanas les solicitaron ayuda en el caso.
Informó que las pesquisas mexicanas buscan a un hombre que se presume conocía a sus víctimas, aunque aún no dan a conocer el nombre del sospechoso, quien se piensa adquirió un automóvil en Brownsville, Texas, Estados Unidos.
“Es toda la información que tenemos hasta ahora”, indicó el funcionario estadounidense.
Una nueva tragedia ha puesto de luto a la música regional mexicana con el asesinato a tiros de la grupera Zayda Peña Arjona, a manos de un sicario que le disparó en un hospital de Matamoros, Tamaulipas, la madrugada del pasado sábado 1 de diciembre. Esto ocurrió como parte de un segundo ataque en menos de 24 horas, toda vez que la cantante se encontraba recuperándose de un primer tiroteo en un motel. Un día después de su muerte, las autoridades en México descubrieron el cuerpo sin vida de Sergio Gómez, líder del grupo K-Paz de la Sierrra.
--crg
EL KIOSKO
jma
URGENCIA
Siento escozor en la piel, en el rostro, en las manos. Màs fluido en mi boca con sabor amargo. Definitivamente demasiada cafeína circulando por mi sangre. Apenas la necesaria para lo que falta del día. El reloj en mi muñeca marca las 18.30 horas. Nuevamente el palpitar del corazón que aprieta el paso. Se intensifica en el pulso, en las sienes y en la boca del estómago. Escucho en mi recuerdo que la cita a la que debo acudir, es a las 19.30 horas. Los músculos se aflojan y una profunda exhalación sale de mi boca y me distiende.
LBT
ESTE CUERPO QUE NO ES
a lo lejos maletas que se deslizan sobre un mármol gris, un sucio brillo que refleja la luz opaca de las largas lámparas, en el ahogado altoparlante una voz imprecisa dice cosas que no logro entender, mi cabeza muy lejos, muy atrás, en el techo cuadriculado, dentro de la frente una saturación de nada, un deseo de no pensar, de no escribir más, una sensación de que nada de esto me está ocurriendo a mí, yo estoy en otra parte y este cuerpo no es más que un cascarón incómodo, me vuelve a la realidad el sonido de un teléfono antiguo, suelas que se arrastran, puertas que se abren y cierran, la saliva en mi garganta resbala con dificultad, hay un hombre aburrido que se mece en una silla frente a un mostrador vacío, un rechinar que pasa junto a mí, monedas que caen en cajas metálicas con un tintineo hueco, risas al fondo, muy atrás de mi nuca, tres mujeres se despiden y se marchan, palabras que me aturden, un calor subrepticio que me invade avanzando por mi pecho y mi cuello hasta mis sienes, un hormigueo extraño en todo el cuerpo, quiero levantarme y caminar en este sitio donde todo es tránsito, donde siento que todos están yéndose mientras yo me quedo aquí, en una banca despostillada, en un azul lleno de manchas, trago saliva una vez más y la saliva me sabe a enfermedad
sus
FRONTERA
Salida última 9:40 p.m
- pero se le venden hasta mañana...
motores de autos, aire fresco en mi rostro, fila de taxis, 30 pesos al centro dice la chica de la taquillla, -pásale, pásale "al centro" grita un pregonero que promueve la salida de los microbuses...
ventanillas arriba, ventanillas abajo,el celular, aire en mis ojos, Palacio de Gobierno, camionetas, el Boulevard Praxedis Balboa, el sol, "Todos, todos unidos con Tamaulipas, el famoso SNTE, Velatorio San José, el celular, el olor a mercado, a pollo frito, estudiantes atravesando la avenida y también algunos pichones... vuelta en la calle Juan B. Tijerina, el celular, música grupera en una pick up roja con las llantas llenas de lodo, la Plaza, el anuncio... Hotel Ramada... el elevedor... habitación 207...
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dzr
AGENCIA FUENTE NOTIMEX
CIUDAD DE MÉXICO, México, dic. 2, 2007.- Con la muerte de la cantante mexicana Zayda Peña Arjona, continúa la ola de asesinatos a intérpretes o gente relacionada con la música grupera. La vocalista del grupo Zayda y Los Culpables falleció este sábado a los 28 años de edad tras ser atacada por un presunto sicario en un hospital de la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, informaron medios locales. Se recuperaba de las heridas de un ataque a tiros que sufrió horas antes en un motel y en el que fallecieron Ana Bertha González, una amiga y Leonardo Sánchez, empleado del inmueble. Luego de ser herida con un arma de fuego, cuya bala le entró por a espalda y salió por la barbilla, la intérprete recibió en el quirófano disparos en el rostro en al menos dos ocasiones, según reportó la prensa del estado.
Artistas mexicanos de la llamada onda grupera han sido asesinados en los últimos años. Cabe recordar la muerte de Selena (31 de marzo de 1995) a manos de la presidenta de su club de admiradores. En noviembre de 2006 el cantante Valentín Elizalde, "El Gallo de Oro", fue ejecutado a tiros a la edad de 27 años, tras haberse presentado en un palenque de la ciudad de Reynosa, Tamaulipas. Tres meses antes también asesinaron a Trigo Figueroa, hijo del cantautor Joan Sebastian, con un disparo en la nuca cuando finalizaba un show de su padre en el condado de Hidalgo, al Sur de Texas. Adán Chalino Sánchez perdió la vida el 24 de marzo de 2004 en un accidente automovilístico en el que viajaba a lado de su representante Lorena Rodríguez y un chofer de la empresa que los contrató para dar un show en Tuxpan, Nayarit. Curiosamente en 1992, ahí también murió asesinado su padre Chalino Sánchez, el creador del narcocorrido. Aunque no fue asesinato, cabe recordar que Vicente Fernández Jr. fue secuestrado durante varios meses. La negociación para dejarlo en libertad tras haberle cortado un dedo sumó numerosos dólares. Con lo anterior, entre otros casos, se constata que el medio grupero ha vivido las peores tragedias en el mundo de la música latina en los últimos años.
EL LIBRO DE LAS PERCEPCIONES Se inicia el 4 de diciembre, a las 6:52, en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
--crg
LA MANO, QUE ACARICIA
- ellb
CÓMO LLEGAR AL CIELO
La veo engullir la parte inferior del cono; se chupa los dedos. Al caminar, se jala la falda hacia abajo, tal vez un tic nervioso, o más bien una medida de prevención para que la falda no se encarame a sus muslos anchos. Atraviesa un campo minado de palomas y no disminuye el paso sino hasta llegar al otro lado de la plaza. Espera(mos) un tiempo a que dejen de fluir los carros y vamos al otro lado. Se detiene frente al aparador de la tienda de telas y mira los cristales llenos de adornos navideños. Titubea un poco y y se acerca a la pila de prendas en liquidación que está a la entrada de la tienda. Hay muchas mujeres allí, pero es como si no estuvieran. Sólo ella que levanta algo de color amarillo (¿su color favorito?). Lo mira por unos segundos, recorre las fibras con sus dedos. Tiene uñas magníficas. Se acerca la tela a la nariz y aspira por unos segundos antes de dejarla caer a la pila.
Sale caminando rápido, como si quisiera borrar esa parada. ¿Le avergüenza? Le veo la cara de frente al fin. Seguro que tardó mucho en maquillarse. Tiene una quijada con ángulos demasiado severos y un cuello que no sería de cisne en ningún poema, pero está claro que los ojos verdes y esos labios enormes cubiertos de rojo son la causa por la que estoy aquí. Aunque me ha visto, no sabe que soy.
AROMA DE ENDORFINAS
Quiero preguntarle si trabaja en el hotel o solamente es un hombre ahorrador. Pero sonrío y se va al fin. Me subo a la banda y comienza a girar. En el espejo una mujer corre, los músculos despiertan, se tensan, ojalá pudiera hacer esto más seguido. Mi cabello sube y baja en una coleta detrás de mi cabeza, y sale de la imagen del espejo a intervalos. Tum, tum, tum, mis pies comprimiendo la banda, no puedo escuchar las noticias, sólo mi corazón y la sangre alborotada por dentro, la memoria de los músculos, la presión en las rodillas.
Gente pasa y espera los elevadores, me miran a través del cristal, estoy en una pecera, pero no me reconocen. Apenas me reconozco yo mismo. Subo y bajo, subo y bajo, cierro los ojos, me veo escapando, atravieso ciudades, bosques, desiertos, y corro, y escapo, no soy un ciervo, pero lo que hay que hacer es seguir corriendo, y nadie me ve, yo y mis piernas, yo y mi pelo en el viento. Pero todo tiene que detenerse. Me detengo.
ZUMBIDO PALPITANTE
LBT