Ellos caminan, se persiguen o están esperando. El semáforo, el disco del transporte público, las bancas del parque los acompañan. Se observan, se ignoran, avanzan hombro con hombro en la misma dirección, en direcciones contrarias, en vehículo automotor o silla de ruedas.
Cada fragmento de ciudad se combina en ellos: un acordeón, los botones del elevador, el espejo retrovisor, mi mirada que los trasforma al verlos.
Ahi están, permanecen.
En algo coinciden todos, en sus rostros se observa que ya han olvidado.
RAZ
viernes, 7 de diciembre de 2007
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